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Los Infames de Vane (II) Enfrentamiento



Final de una Etapa


La fuga del Primarca y demás prisioneros había tenido repercusiones en el seno de los Corsarios Rojos. Huron ejecutó personalmente y a sangre fría a todos y cada uno de los responsables, o a los que él consideró culpables, en un sangriento espectáculo digno de un tirano.

Con la sangre aún caliente escurriendo por la Garra, sus ojos fríos se posaron en Karl Vane. Le conocía desde la purga de Badab Primaris, y también tomó parte en la evacuación del Palacio de las Espinas. Silencioso, meticuloso e implacable tenía un historial despiadadamente impecable.

Guilliman se le había escapado, pero en su apresurada huida, algunos hijos de Ultramar se habían quedado atrás. Huron sabía que para el Primarca no exitían las bajas asumibles, y su patético lema, ¡Coraje y Honor!, le impediría dejar atrás a cualquiera de sus hombres. Volvería, y él le estaría esperando.


Parte Uno. Infiltración.

Sólo habían pasado unos días desde que el Primarca de los Ultramarines escapó de la Fortaleza Negra, y todavía había posibilidades de que alguno de sus bastardos rezagado durante la huida estuviese recopilando información útil para el Imperio en caso de escapar o ser rescatado.

El Portal de la Telaraña estaba muy bien oculto, y solo gracias a la guía de Sylandri Pasoumbrío, los Ultramarines capitaneados por Marcus Celso pudieron llegar hasta el interior de la Fortaleza Negra para comenzar la búsqueda.

Los generadores de la zona habían colapsado hacía sólo unas horas, de modo que la oscuridad imperaba y facilitó que los Arlequines y Ultramarines acabaran con una patrulla de centinelas, lo que les permitió buscar con relativa calma a uno de los supervivientes.

En el mismo momento en que gracias a sus aúspex localizaron a su compañero, los generadores de la instalación comenzaron a zumbar y se encendieron las luces de las instalaciones, y con ella la alarma.

Comenzaron a llegar refuerzos de los Corsarios Rojos. En el flanco derecho aparecieron los Aniquiladores de Vane, solo unos segundos después de que tomara tierra una Escuadra de Asalto marine. Los Cañones rotativos comenzaron a girar frenéticamente, y cuando el humo se disipó no quedaba ningún marine en pie.

En el centro, Bokor Lisa, un hechicero, apareció junto a una pequeña escuadra de marines y se parapetaron detrás de unas cajas frente a los Ultramarines que se apresuraban para poner a salvo a su compañero rescatado.

Y finalmente en el flanco izquierdo, frente a los arlequines apareció El Ranger, el vehículo de transporte de Karl Vane, Campeón Aspirante en el que había depositado su confianza Huron Blackheart.

Los Ultramarines comenzaron a replegarse, mientras que los Arlequines se abalanzaron sobre la nueva amenaza. Y aunque todos perecieron en el combate, su Troupe Master, Sylandri Pasoumbrio también consiguió derribar al líder enemigo, Karl Vane.

Los refuerzos seguían llegando, en esta ocasión, menos humanos y más disformes, desangradores y engendros comenzaron a avanzar hacia los Ultramarines, pero gracias al sacrificio de los Arlequines, habían ganado demasiado terreno y lograron escapar.


Parte Dos. Sabotaje.

Todavía les quedaba un trecho a los Ultramarines y sus aliados Arlquines para llegar al Portal de la Telaraña y escapar, y sino hacían algo, muy pronto sus perseguidores les darían caza, de modo que Marcus Celso, el Capitán al mando de la expedición decidió sabotear una serie de puntos estratégicos que le había indicado una patrulla de Arlequines en Skyweaver que se le había unido.

La unidad de desangradores y el engendro habían comenzado a avanzar peligrosamente, y ponían en riesgo el sabotaje, pero la muerte llegó desde las alturas. La Escuadra de Asalto se abalanzó sobre los desangradores eliminando hasta el último de aquellos seres. 

Por su parte, la Skyweaver sobre voló al engendro dejando a su pasa una masa fundida.


Los Corsarios Rojos ya les tenían a alcance y elevados por una fuerza sobrenatural, los Aniquiladores de Vane aparecieron sobre unos generadores, desde su posición dominante podían ver con total claridad a la presa que hacía unas horas se les había escapado.

Sus cañones rotativos comenzaron  girar pesadamente, mientras Bokor Lisa entonaba unas palabras, y sus armas hicieron honor a su nombre, y segaron la vida de 19 marines, los mismos 19 que habían logrado escapar con su compañero rescatado, ahora yacían en el suelo.




Marcus Celso se quedó mirando a Aelius Nero, el apotecario que le acompañaba, ahora tendría trabajo, y mucho. Mientras pensaba como sobreponerse a la situación, los Arlequines volvieron a tomar la iniciativa.

Surgieron de entre las sombras, y mientras que la Skyweaver y sus ocupantes se enfocaban en El Ranger hasta obligar a Karl Vane y sus hombres a desalojarle, Sylandri se coló gracilmente entre los Aniquiladores, y después de acabar con ellos se enfrentó en duelo a Bokor Lisa, el cual, al ver lo que había pasado con los Aniquiladores, batió sus alas y desapareció.



Con El Ranger fuera de combate y su escolta arrasada casi por completo, Karl Vane sintió una ira sobrehumana cuando decenas de desangradores pasaron a su lado abalanzándose sobre la Skyweaver.

Frente a él se encontraban ejecutores de sus compañeros de armas y no se lo pensó dos veces. Arremetió contra los Arlequines, y fue acabado con ellos uno a uno hasta que se desplomó exhausto al suelo.

De rodillas en el suelo, contempló como los Ultramarines acaban de colocar cargas explosivas mientras los Arlequines regresaban a las sombras de las que habían surgido.


Parte Tres. El Gran Asalto.


La incursión había llegado a un punto de inflexión. Los dos enfrentamientos habían resultado favorables a los Ultramarines y sus aliados Arlequines. Karl Vane estaba preocupado, el Tirano de Badab había confiado en él para hacer todo en lo que había fallado. Pero su preocupación torno en miedo cuando vio aparecer al mismísimo Huron Blackheart. Ya no había más oportunidades.


La retaguardia de los Ultramarines, que se habían quedado a cubrir la retirada se unió al combate, una escuadra de Inercesores dirigidos por un Teniente tomaron posiciones en el centro del campo de batalla.



Karl Vane intentó, juntó con su unidad de élite, Los Corsos de Vane, asaltar la plataforma central donde se habían atrincherado los Intercesores, pero sus ansias de ganarse el favor de Huron le llevaron a planificarlo mal y fueron rechazados. 

Ese descuido dejo expuesto un flanco del frente de los Corsarios Rojos que fue aprovechado por los Arlequines, quienes dejaron malherido tanto a Huron como a Bokor Lisa y algunas unidades que les escoltaban.




Pese a que los refuerzos de los Corsarios Rojos consiguieron sorprender a las fuerzas de los Ultramarines, no lograron hacerles el daño suficiente, era demasiado tarde, y nada pudo evitar que escaparan junto a sus aliados Arlequines.

Cuando el grueso de las tropas de Corsarios Rojos llegaron para socorrer a su señor, no quedaba rastro de Karl Vane, ni de las unidades que siempre le acompañaban, los Corsos y los Anhiquiladores, todos habían desaparecido, al igual que El Ranger, el vehículo de transporte favorito del Campeón.




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