La Saga del Caminante Helado.
Juramento de Venganza
Los
gritos de celebración y las canciones de taberna en un gutural fenrisiano se
escuchaban por toda la sección de los comedores proletarios. Los Heraldos de
Grimnar estaban celebrando como habían vapuleado a esos estirados de los
Bastardos de Guilliman. La cerveza corría, las jarras golpeaban las mesas
mientras se narraban las nuevas gestas.
Y
entonces ese cabrón de Punta del Kraken no se lo pensó dos veces y se lanzó
corriendo contra el dreadnought y por supuesto que los Montaña Trueno no nos
íbamos a quedar atrás - dijo un excitado Garra Sangrienta.
Fekke, si os tuvimos que sacar de un montón de chatarra después de
vuestra brillante idea - respondió un Guardia del Lobo.
Eivar, tienen la suerte del cuervo, los disparos ni les rozaban. Russ estaría
orgulloso de vosotros cachorros - intervino Erik, el campeón de Fafnir.
¡La suerte del cuervo y la fuerza de la tempestad! - gritaron al unísono todos
los Garras Sangrientas. Como respuesta, un coro de vítores y golpes contra las
servoarmaduras proclamaron la gesta de estos jóvenes.
Mientras
la celebración continuaba, Fafnir estaba intranquilo. Su instinto le decía que
algo iba mal, notaba un olor extraño en el aire. Dain, su enorme lobotrueno
estaba en el mismo estado de alerta. De repente soltó un gruñido bajo y su pelo comenzó a
erizarse, al igual que del resto de sus hermanos lupinos. Fafnir se giró hacia
sus guardias y con un gesto seco de cabeza salieron fuera del comedor. Al poco
de salir, el comunicador del señor lobo recibió un mensaje.
Jarl,
creo que debería ver esto.
¿De qué se trata Aren? ¿Aren? - como respuesta solo obtuvo el sonido de la
estática.
Aett,
fja vo - gritó Fafnir.
Como
uno solo, todos los fenrisianos se levantaron al tiempo que empuñaban sus armas
y se dirigían al exterior.
Al
salir se encontraron los cuerpos de los Guardias del Lobo de Fafnir tirados en
el suelo y una figura ataviada con un traje de llamativos colores delante de
ellos. Los misteriosos Eldars hacían su aparición.
Arlequines-
gruñó Sangrenegra.
A
modo de respuesta, el arlequín hizo una elegante reverencia y dio una serie de
volteretas hacia atrás mientras todos los comunicadores se inundaban con el
mismo mensaje: “Que comience el espectáculo”.
Hemos
de dar el primer golpe antes de que se nos echen encima, ¡hijos de Fenris Heidar
Russ!
Y
entonces se lanzaron al ataque. Los jinetes de lobotrueno destruyeron un
transporte con su primera carga demostrando de quien era el campo de batalla.
Sin embargo, la Mascarada del Atardecer como un engrasado engranaje hicieron
saltar su trampa y los cazadores se convirtieron en presas. La ferocidad
fenrisiana no fue suficiente contra las arcanas artes de los eldars. El maestro
de la troupe Arkyn Pasoumbrío habló a un exhausto Fafnir mientras el resto de
actores rodeaban al señor lobo.
Patéticos
mon-keigh, lucháis por un mundo que ya se ha perdido, por más sangre que
vertáis no podéis cambiar el destino.
Mi wyrd no es morir aquí xeno - aulló el Caminante Helado lanzándose contra el
eldar.
Con
un grácil salto, el arlequín se colocó detrás del lobo espacial soltando una
carcajada.
Es
cierto fenrisiano, pero vuestra búsqueda es inútil. Aquí no está, se perdió
hace demasiado tiempo buscando la cura. Tal vez se encuentre en el jardín - se
burló Arkyn.
Con
un rugido de ira el resto de lobotruenos se lanzaron a intentar rescatar al
señor lobo. A pesar de aplastar a unos cuántos arlequines, el ímpetu de la
carga desapareció cuando los lobos caían ante las espadas de los eldar.
Vuestro tiempo se acaba, al igual que el de este mundo, mon-keigh. Es hora de concluir la actuación - dijo un divertido Arkyn -, sin embargo, nuestros caminos volverán a cruzarse.
Y con una voltereta que arrojó una granada piscotrópica aturdió a
Fafnir dejando una profunda cicatriz en el rostro del lobo espacial con una
floritura de su espada mientras desaparecía en una nube de humo etéreo al igual
que el resto de su mascarada.
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