Durante las múltiples exploraciones llevadas a cabo en las ruinas del planeta, Karl Vane había encontrado indicios de una poderosa fuente de poder que se encontraba oculta, era lo que necesitaba para ganar poder.
Se dirigió con sus hombres a las ruinas hacia donde señalaban las pistas, no estaba muy convencido, pero en momentos de flaqueza, cualquier hombre se agarra a cualquier claco ardiendo de esperanza, y tras las continúas derrotas del líder de los Infames, ¿qué tenía que perder?
Se aproximaron a la zona y mandó a sus hombres a establecer un perímetro de seguridad antes de entrar a las ruinas de lo que hace siglos fue un templo.
La estancia era oscura, débilmente iluminada por la escasa luz que lograba colarse entre las tablas que cubrían los ventanales. La humedad había permitido crecer una fina capa de vegetación en las paredes y el suelo, el cual estaba cubierto de escombros de la planta superior, aunque el techo estaba intacto.
De acuerdo a sus anotaciones, había una cripta en el sótano, pero lo que se encontrase en ella... no estaba claro.
Caminó con sigilo a lo largo de la nave del templo, sin hacer ruido, deslizándose entre las sombras como un fantasma. Si él estaba allí cualquiera podría estar también.
De pronto el estruendo de un ráfaga de disparos casi le hace dar un paso en falso. Sonaba como los cañones de sus Aniquiladores, sabrían arreglarse solos, no era el momento de dar marcha atrás. Al final de la nave, se alzaba un altar descomunal, más alto que el mismo, al que se accedía por una escalinata lateral, ya no quedaba ni un peldaño en pie. Pero lo que le llamó de verdad la atención fue la débil y tintineante luz que desapareció tras el altar.
Soltó el mango del hacha y extremando aún más el cuidado de sus movimientos se deslizó hasta el altar, apoyándose en el lado opuesto al que había desaparecido la luz. Otra explosión proveniente del exterior, ruido de armas de fusión, más grandes que un simple cañón, pero...ninguno de los hombres que lo acompañaban llevaba ese tipo de arma. Si no hubiese visto aquella luz, y no estuviese tan cerca habría salido a ayudar a sus hombres, pero...ahora ya no.
Desenfundó la pistola de plasma, aunque no la encendió, pues la luz que emite podría delatarle. Rodeó el altar con el hacha dispuesta y nada.
Al otro lado del altar no había nada. El aire a su espalda se agitó , giró al mismo tiempo que activaba la pistola y encañonó a la forma que había aparecido al mismo tiempo que notaba el cálido filo de una espada de energía a través de un pliegue de la armadura en el cuello.
Difícil situación en la que nos encontramos - el acento del portador de la espada sonaba extraño, pero su voz estaba cargada de convicción -, las únicas opciones son morir los dos o vivir los dos.
Vane dudo un instante sin apartar la mirada de su adversario. Dos membranosas alas vibraban delicadamente detrás de él, una máscara cubría su rostro. La espada se apagó y la dejó caer hasta que la punta rozó el suelo. Vane mantenía la pistola en alto, sin apartarla y disparó.
La pistola no hizo nada, ni al más mínimo ruido.
Nunca había fallado, nunca - tiró la pistola a un lado con resignación -. No eres un "guerrero", moldeas la realidad....¿hechicero?
¿Acaso crees qué estoy loco? ¿Qué bajaría mi arma sin saber el resultado? - de un salto y ayudado por sus alas se sentó en la parte superior del altar - Se lo que buscas, y aquí no hay nada, llevó días en este templo y no hay nada de nada. Y si crees que lo he encontrado, ¿por qué seguiría aquí?
Porque no sabes quien soy no, y no sabes lo que puede pasarte - aunque había lanzado la pistola a un lado, Vane no había dejado de empuñar el hacha.
Si lo se. Si sabía que la pistola fallaría, como no iba a saber quien la empuñaría - se dejó caer desde lo alto del altar y planeó hasta la pistola para recogerla y entregársela a Vane -, no volverá a fallar.
Vane permanecía en silencio.
Necesitáis ayudada, no podéis negarlo, y yo...también he tenido problemas.
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