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Los Infames de Vane (X) Enfrentamiento

 


El bueno, el feo y el malo


La bruma se estaba levantando lentamente. Vane y sus hombres avanzaban a cubierto en el interior de el Ranger, su particular rhino fortaleza. Llevaba uno días siguiendo la pista de un arlequín, Arkyn según le había dicho Grigori.

Los motores se apagaron a un señal del Infame cuando divisó en la lejanía un grupo de arlequines moviéndose grácilmente en torno a las ruinas de un edificio. Con la inercia, el conductor del vehículo dejó que este llegará a ponerse a cubierto tras un edificio.

De pronto, el cielo se iluminó y un silbido le atravesó. Una explosión en medio del grupo de los arlequines partió a algunos de ellos en pedazos. 

¿Qué ha sido eso? - la voz de Vane estaba cargada de incredulidad -. Avanza hasta el borde de las ruinas.

El Ranger se puso en marcha hasta la esquina de las ruinas. Pese a las recomendaciones de sus hombres, Vane no dudó en abrir la escotilla y asomarse. ¿Una exposición innecesaria? quizás, pero la gloria no estaba al alcance de quien se esconde en un rhino, ¿o si?.

En el extremo expuesto, y desafiando a los arlequines, se encontraba un grupo de Lobos Espaciales, pero en medio del grupo destacaba un hombre un poco mas pequeño y sin armadura. Vane le reconoció al instante, aquel atuendo era propio de los Inquisidores, había conocido alguno en su época de Garra Astral durante las guerras en el Torbellino.

Señores - dijo Vane cerrando la escotilla -, acabamos de pasar de cazadores a carroñeros, JAJAJA. Hay afuera están los arlequines que llevamos días persiguiendo, pero alguien se nos ha adelantado, concretamente unos perros del Imperio, JAJAJA. Les dejaremos que se maten entre ellos y ya nos encargaremos de los restos.

Vane dejó caer todo su peso encima de uno de los bancos laterales.

Poneros cómodos muchachos, hoy somos espectadores, JAJAJA - colocó el hacha entre sus piernas y se dirigió a uno de sus hombres sentado junto a él - Avisa a los Aniquiladores, que no intervengan, sólo si ven aparecer refuerzos.

Aquel marine al que se dirigió abrió la puerta trasera de El Ranger y desapareció.

El líder de los Infames se quitó el casco y le dejó sobre el banco en el espacio que había quedado vacío.

Vigila por el periscopio de la escotilla - Vane se dirigió al Corsario que estaba sentado frente a él -, mantennos informados de lo que ocurre - y cuando el marine se levantó, Vane estiró las piernas y las subió en el banco.

No veo mucho... Los arlequines parecen haberse vuelto locos y se han lanzado a la carga, un edificio lo tapa todo y... ¡NO! No, una pequeña unidad se ha quedado cubriéndoles desde atrás.

Acerquémonos allí, con calma, no tenemos ninguna prisa - la voz de Vane sonaba tranquila y segura.

¡MIERDA! Han desaparecido, los arlequines. Algo les ha disparado y ya no están. ¡SON MARINES! Más perro malolientes, sólo son tres, pero llevan una especie de fusiones, grandes... muy grandes.

Vane se levantó apresurado y apartó de un empujón al Corsario del periscopio. Les veía claramente, revestidos en una armadura pesada estaban buscando un nuevo objetivo, y uno de ellos les había visto, aquellos perros había salido de la nada. Una sonrisa, ante la mirada de asombro de sus hombres, cruzó el rostro del Campeón y Vane abrió la escotilla ante la incredulidad de sus hombres, a los que se les heló la sangre cuando vieron que de nuevo se dejaba caer sobre el banco.

Un instante después el ruido del infierno desatándose inundó el interior del Rhino, miles de disparos, el sonido inconfundible de los Aniquiladores. El Corsario que había estado vigilando se apresuró a asomarse por la escotilla cuando Vane se lo indicó con un gesto de cabeza. Las tres armaduras yacían sobre el suelo, con sus enormes cañones en silencio, con sus cuerpos inmóviles. Silencio.

Dos Arlequines han saltado sobre las ruinas donde se estaban enfrentado contra los lobos, ahora les veo claramente, uno de ellos es su hechicero.

¿Sólo dos? pensé que serían más duros... - sentenció Vane encogiéndose de hombros -. NO merece la pena que nos movamos del sitio, disparadles y que huyan o mueran, lo que prefieran.

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