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Vestal Expeditio (III)

 


Emboscados y Traicionados


El regreso se estaba haciendo tedioso. En la cabeza de Adriano aún se acumulan las escenas de la vergüenza, de la derrota anterior con los Xenos llamados Arlequinos. Nunca antes había visto tal despliegue de elegancia y ejecución marcial. Ni la velocidad de los asesinos que había visto conversar junto a Calgar en Vigilus. Seres oscuros y sigilosos capaces de acabar con cualquier amenaza para el emperador. Los Xenos Eldar tenían más en común con ellos que con los humanos...

Uno sólo de los suministros pudieron ser recuperados, ¡y a qué coste!.

Retuerce los recuerdos para ver los detalles del asalto de esas figuras delgadas y ágiles que aparecen de la nada de la distancia y un segundo después te asaltan si oportunidad alguna de reacción.

Tulio parece visualizar los pensamientos del joven teniente. Se acerca a el alargando una mano hacia su hombro.

No todo es gloria en nuestro tiempo joven Celso.

Adriano Celso agradeció las palabras de su capellán, si confiaba en alguien era en esa voz firme en la batalla, en la arenga que era capaz de pronunciar y hacer de un cobarde un avatar mismo del emperador. Lograr con sus palabras que una retirada sea un contra ataque mortal.

No me consuela del todo Quinto. Debemos estar atentos a todas las situaciones en éste planeta. Resulta evidente que cualquier descuido puede ser mortal para nuestros hombres - aunque su ceño se relajó mostrando una suavidad de la que había carecido hasta ese momento -. Hay adversarios admirables en un universo sin fin. Nosotros debemos estar a la altura.

No era tampoco una  situación honrosa para Quinto Tulio. Se paraba a ver el avance de sus hombres. Hombres buenos, cansados. Astartes. Orgullo del Imperio. Orgullo de Macragge. Defensores de todo lo digno que podía crear el hombre. Y también de todo lo malo que puede habitar entre ellos. Para eso estaba. Para recordar los valores que hacen grande a la humanidad.            

Ante el pasaban la Furia de Vaco y Fuego Nova. Se unieron a la antigua escuadra de Intercesores ya veteranos y a la escuadra de asalto que les daba ese plus de combate. Casi sin duda la unidad con más sacrificio. Todos levantan la cabeza ante su capellán. ¡Coraje y Honor!

Marchamos por Macragge, marchamos por nuestro Lord Comandante. Somos la irá y la voluntad del Emperador. Recordad incluso en las derrotas más duras que somos unos de millones y entre todos hemos de honrar nuestro pasado, nuestro presente y nuestro camino en el futuro. Haced destino con vuestros pasos y que éste sea de honra, de ardor, y de ira y fuego cuando sea necesario.

Sed un orgullo.

Las palabras de Quinto surgían algo narcótico en los hombres. El paso se hizo fuerte, los rostros se alzaron, el paso firme, la voluntad resquebrajada soldada a fuego. Adriano se erguía junto a Quinto Tulio.

Se nos ha dado nuestro tiempo en los momentos más oscuros. ¡Estemos a la altura!



Mientras sonaba ésta arenga, desde las alturas una figura espiaba la marcha entre las calles de los edificios en ruinas por los continuos bombardeos. Era uno con las sombras. Ya había divisado un peligro mayor. Una avanzada del Caos iba a chocar de lleno con la patrulla de Ultramarines.

Realmente no tenía claro cómo actuar. El resto de su patrulla de lobos estaba cazando posibles supervivientes. Sus compañeros de fanáticos de la lucha con un cerebro justo para comer pero hecho para lucha. No muy distante del peligro que tendrían que afrontar en breve. Pero pudo comprobar que los orgullosos Ultramarines tampoco estaban viviendo de su ombligo. La discreción, o más bien su ausencia tampoco ayudaba a los seguidores de Khorne. El Rhino avanzaba como si fuera una turbina de odio en medio de las calles.

La alarma saltó rápidamente entre la patrulla de Astartes. El asesino vio desde las alturas como los gritos del capellán se unían a órdenes claras para los Gravis y sus armas Melta. Todo parecía indicar que ese Rhino iba a sufrir para llegar a acabar con los Astartes. Pegó un ojo a su destacamento donde el inquisidor era el único que parecía tener un mínimo de auto control. Visualizar a los agentes del Caos desataría una tormenta furia y rabia en los Garras. Los Lobos no eran precisamente dados a la táctica como los de azul, pero nadie negaba su eficacia en el combate. Así ha sido durante milenios. Los peros de caza particular del Emperador. Si algo no requería sutileza, los indicados no tenían duda alguna. Lobos.

No se equivocó en la durabilidad del Rhino. No sólo el mismo vehículo quedó fundido por las armas de los erradicadores  si no que también parte de los marines que transportaba. Su líder irradiaba una rabia y un coraje que parecía imbuido por el mismo Khorne. También murió a fuego un engendro abrasado por los lanzallamas de unos Agresores. Desde luego la eficacia Ultramarine era innegable. La escuadra de intercesores veteranos parecía de lo poco vulnerable tras una vanguardia pendiente de las huestes del Caos.  Mientras se preparaban para recibir la carga de los herejes el ruido de las armas era ensordecedor y a pesar de todo se podía escuchar la voz de ese capellán. Era como si el mismo emperador hablara a sus tropas. El inquisidor decidió actuar, confirmó un bombardeo orbital. Pero en las huestes de los Ultramarines.

¿Qué interés tendría la Eclesiarquía en debilitar a los hombres del Lord Comandante? Él no estaba allí para eso. Su oficio es el que es. Se preparó para la acción y ésta es letal. Antes de ubicarse para un ataque vió como los garras salían de su escondite hacia los intercesores, aún atónitos de la situación.

Las calles eran un barrizal que se teñiría de rojo.

Consiguió llegar abajo para ver como desaparecía la unidad de asalto ante los golpes del Infame Campeón del Caos, Karl Vane, no sin antes llevarse al mismo por delante en un acto de heroicidad digna de ser recordada. Más sangre aún tiñendo las calles. Pero la amenaza de Khorne había desaparecido ante la destreza táctica y el poder de fuego de Ultramar... y esas voces de sus mandos. Certeras, eficaces... Iba a ser una gloria ponerse a prueba con unos dignos rivales, aunque ya había acabado antes con presas mayores y estos además tenía las heridas del bombardeo ideado por el inquisidor. Éste, por cierto, acaba de ser fundido a la nada tras intentar terminar de nuevo con la vida de varios marines.

Eso no detuvo a los lobos, una vez que inician su carga, su rabia es incontrolable. Daba igual quien estuviese enfrente. El cargó al capellán de verdad que quería silenciar esa voz poderosa. Esa arenga que parecía volver a unos miserables astartes en avatares de su Primarca. Lo iba a pagar. No es digno tal poder de un simple marine. Esperaba tener el soporte de los lobos, pero calleron ante el ordenado fuego conjunto y aún así se arrastraron hasta tocar con sus espadas sierra los pies de los astartes, sorprendidos a ser atacados por los Lobos. Pero éste mundo y estos tiempos no son para muchas preguntas y menos para entretenerse con dudas.

Adriano Celso no iba a dejar sólo a Quinto ante el ataque de esa figura negra. Al principio pensó que era otro agente Xenos. Pero no. ¡Un asesino imperial!. ¿Se puede saber que está pasando aquí?.

El choque fue brutal. De manera inesperada el Crozius del Capellán golpeo su cadera, algo sonó a roto. Increíble. Cómo puede hacer un movimiento tan ágil ante una carga. No iba a ser tan sencillo como parecía, mientras esquiva otro golpe salvaje del hombre vestido de negro y de furia inusual. No es menos peligroso el salvaje que grita: ¡Quinto!.

El teniente está encima. Los golpes son claros y al menos dos llegan al cuerpo del capellán, pero empieza a creer que si no es el Emperador, si parte, tiene en plegarías a éste sujeto. Logra sobrevivir a uno de los ataques más efectivos en la galaxia. ¿qué va a pasar ahora?

El hombro, eso pasa. El culatazo que recibe del adornado bolter del teniente le deja atontado. Aún respiro... Aún... Veo sombras... Veo gente a mi alrededor... veo...

El ataque por la espalda no fue tomado bien por las tropas de Adriano Celso. Menos que se dirijan al hombre que más respetan en kilómetros. Nadie toca a Quinto Tulio. Los agresores y los erradicadores cargan mientras los intercesores hacen una piña defensiva por si hay más amenazas.

El asesino ya se tambalea ante la increíble respuesta de sus mandos. Saben el rival que es. Incluso acabando con el pueden sufrir grandes bajas. No es baladí un enfrentamiento con uno de los mejores guerreros de la galaxia. Pero nada va a impedir que su pasos mermen.

Todo es rápido. Tajante. El asesino tocado no puede resistir tal fuerza conjunta... y finalmente cae al suelo. Son grandes guerreros los que hoy me derrotan, pero esto no ha acabado. La explosión que deja al desaparecer termina con uno de los erradicadores y con uno de los agresores y hiere a Adriano. Tambalea por las heridas. Sus hombres le agarran. Sobrevive. Es afortunado aunque se notan en todos los efectos de la lucha. Todo ha sido muy veloz, como un relámpago. Pasada la honda expansiva una calma chicha. Ruido de los edificios quebradizos. El barro, el silencio y un vistazo para establecer nuevas amenazas. Ninguna cercana. Quinto se levanta mira a Adriano, revisa a las tropas que le rodean. Aún en un estado de sorpresa. Miran los caídos lobos. Empieza llover y limpia sus armaduras de forma que el glorioso azul comienza a aparecer entre barro sangre y suciedad... La lluvia limpia y tranquiliza a la patrulla de Adriano. Una voz surge de nuevo. Capaz de domar una tormenta o desatarla.

Somos la declaración de Paz  o de la Ira, somos la voz y acción nuestro Lord Comandante. Somos Ultramarines. Honramos a nuestro señor Calgar, honramos a nuestro Lord Comandante. Honramos al Emperador.

Es atronador el estruendo que produce la respuesta de los guerreros allí reunidos.

Alguien observa el devenir de estos guerreros. Un vidente que ya los dejó sin recursos pensaba que podía ser el final. Se equivocó. La determinación es fuerte en los humanos. A veces... Y desapareció ágilmente en la noche, le seguían unos arlequines tan silenciosos como letales. Su objetivo ahora no eran estos humanos. Todo lo contrario. En breve la amenaza Necron sería su problema. De momento los Ultramarines puedan celebrar unos minutos. En estos tiempos no hay mucho tiempo para momentos de paz. En estos momentos, solo hay guerra.

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