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Los Bastardos de Guilliman (II)



Curando heridas


----------Mensaje de Vox entrante----------

Al habla el Capitán Marcus, ¿Me recibe Señor?

¿¡Marcus?! Por el Trono Dorado, ¡¿Dónde os habías metido?! Llevo días esperando tu reporte - espetó el Señor del Capítulo Julius Caesar con voz malhumorada.

Lo siento, Señor. Tuvimos problemas al asegurar la zona de desembarco.

¿Qué tipo de problemas Marcus? - preguntó Julius cada vez de peor humor.

Digamos que nuestros hermanos Fenrisianos vinieron a darnos la bienvenida - murmuró el capitán -Pero ya está todo solucionado Señor. No debe preocuparse.

Entiendo Marcus. ¿Cuál es el estado de la misión? - dijo con voz más calmada Julius.

Nuestras tropas están establecidas en el sector y el Teniente Quinto Sertorio explora una de las zonas. Hay una amplia actividad de cultistas, puede que lo que busquemos esté cerca. Afirmó el Capitán Marcus.

Mantenme informado. Buena suerte Marcus - dijo el Señor de los Bastardos a forma de despedida.


 

Una vez terminado su deber con su Señor, Marcus se retiró a una pequeña estancia, preparada en unas ruinas cercanas a la zona asegurada para el desembarco. Era pequeña, sucia y con una de las paredes semiderruidas por el estallido de una granada. Pero al menos le otorgaba un lugar tranquilo donde pensar y repasar sus informes. En ella se encontraba una mesa, sobre la que yacían los últimos informes del Teniente Quinto.

Parecían buenas noticias, el aumento de cultos en la zona era un muy buen indicador de que lo que buscaban estaba cerca. Allí debían dirigirse, pero… ¿Cuál sería la mejor manera de actuar?

Llevaba un buen rato intentando discernirla, pero un fuerte dolor de cabeza le impedía pensar con claridad.

¡¡ARGGG Maldito Fafnir!! - gritó el capitán llevándose una mano a la cabeza, al lugar en el que le había golpeado el lobo espacial.

Debería haber ordenado disparar a matar a esos malditos perros - pensó enojado -. Marcus, cálmate, hiciste lo correcto. Haber utilizado otra cosa que no fuera fuego de advertencia contra sus hermanos habría estado mal.

Marcus sonrió, en el fondo el Lobo le caía bien. Era alguien demasiado orgulloso y tozudo, pero un buen aliado en el que confiar. Aunque negaría esto si alguien le preguntaba abiertamente. 

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